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DÍA 44

¡Bendecido día, amigo lector! Gracias por acompañarme en la tarea que me he propuesto para este año: leer en forma completa  la Biblia.
En el capítulo 47 de Génesis veremos como el padre y los hermanos de José se instalan y prosperan en Egipto. Además, el hambre hace estragos en esta tierra y José compra todos los terrenos a nombre de Faraón.
En el Evangelio de San Mateo, seremos testigos de la muerte del que entregó a Jesús. También del encuentro de este último con Poncio Pilato, gobernador romano de Judea. La decisión de este de dejar librado al pueblo la elección entre la liberación o muerte de Jesús frente a Barrabás y la posterior flagelación y humillación de Cristo hecha por los soldados romanos.
Como todos los días, seguimos con los Salmos y los Proverbios.
¡Qué Dios te bendiga!
1Vino José y lo hizo saber a Faraón, y dijo: Mi padre y mis hermanos, y sus ovejas y sus vacas, con todo lo que tienen, han venido de la tierra de Canaán, y he aquí están en la tierra de Gosén. 2Y de los postreros de sus hermanos tomó cinco varones, y los presentó delante de Faraón. 3Y Faraón dijo a sus hermanos: ¿Cuál es vuestro oficio? Y ellos respondieron a Faraón: Pastores de ovejas son tus siervos, así nosotros como nuestros padres. 4Dijeron además a Faraón: Para morar en esta tierra hemos venido; porque no hay pasto para las ovejas de tus siervos, pues el hambre es grave en la tierra de Canaán; por tanto, te rogamos ahora que permitas que habiten tus siervos en la tierra de Gosén. 5Entonces Faraón habló a José, diciendo: Tu padre y tus hermanos han venido a ti. 6La tierra de Egipto delante de ti está; en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por mayorales del ganado mío.
7También José introdujo a Jacob su padre, y lo presentó delante de Faraón; y Jacob bendijo a Faraón. 8Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? 9Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación. 10Y Jacob bendijo a Faraón, y salió de la presencia de Faraón. 11Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó Faraón. 12Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los hijos.
13No había pan en toda la tierra, y el hambre era muy grave, por lo que desfalleció de hambre la tierra de Egipto y la tierra de Canaán. 14Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de Faraón. 15Acabado el dinero de la tierra de Egipto y de la tierra de Canaán, vino todo Egipto a José, diciendo: Danos pan; ¿por qué moriremos delante de ti, por haberse acabado el dinero? 16Y José dijo: Dad vuestros ganados y yo os daré por vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. 17Y ellos trajeron sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por asnos; y les sustentó de pan por todos sus ganados aquel año. 18Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron: No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y nuestra tierra. 19¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nuestra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos de Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y no sea asolada la tierra.
20Entonces compró José toda la tierra de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra vino a ser de Faraón. 21Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades, desde un extremo al otro del territorio de Egipto. 22Solamente la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes tenían ración de Faraón, y ellos comían la ración que Faraón les daba; por eso no vendieron su tierra. 23Y José dijo al pueblo: He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra, para Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. 24De los frutos daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros niños. 25Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón. 26Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la tierra de los sacerdotes, que no fue de Faraón.
27Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera. 28Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años. 29Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás conmigo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en Egipto. 30Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos. Y José respondió: Haré como tú dices. 31E Israel dijo: Júramelo. Y José le juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de la cama.
Mateo 27:1-31 
Jesús ante Pilato
1Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. 2Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.
Muerte de Judas
3Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, 4diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! 5Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. 6Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. 7Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. 8Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre. 9Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; 10y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.
Pilato interroga a Jesús
11Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. 12Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. 13Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 14Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.
Jesús sentenciado a muerte
15Ahora bien, en el día de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. 16Y tenían entonces un preso famoso llamado Barrabás. 17Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás, o a Jesús, llamado el Cristo? 18Porque sabía que por envidia le habían entregado. 19Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él. 20Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrabás, y que Jesús fuese muerto. 21Y respondiendo el gobernador, les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás. 22Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! 23Y el gobernador les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!
24Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. 25Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. 26Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.
27Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; 28y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, 29y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.
12 Me han rodeado muchos toros;
Fuertes toros de Basán me han cercado.
 13 Abrieron sobre mí su boca
Como león rapaz y rugiente.
 14 He sido derramado como aguas,
Y todos mis huesos se descoyuntaron;
Mi corazón fue como cera,
Derritiéndose en medio de mis entrañas.
 15 Como un tiesto se secó mi vigor,
Y mi lengua se pegó a mi paladar,
Y me has puesto en el polvo de la muerte.
La Sabiduría y la mujer insensata
1 La sabiduría edificó su casa,
Labró sus siete columnas.
 2 Mató sus víctimas, mezcló su vino,
Y puso su mesa.
 3 Envió sus criadas;
Sobre lo más alto de la ciudad clamó.
 4 Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos de cordura dice:
 5 Venid, comed mi pan,
Y bebed del vino que yo he mezclado.
 6 Dejad las simplezas, y vivid,
Y andad por el camino de la inteligencia.