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DÍA 26

¡Hola, amigos! ¿Pudieron seguir la lectura diaria durante todos estos días? ¿Te perdiste la lectura de algún día? No importa, hoy es domingo. El Día del Señor, hoy podemos recuperar la lectura de los días perdidos. ¡Fuerza! ¡Adelante!
Hoy sabremos como se llamaban las esposas de Jacob y como las consiguió. Además, seremos testigos de una impactante confesión de Pedro.
Seguimos leyendo el Salmo 17 y el capítulo 5 de Proverbios


Jacob sirve a Labán por Raquel y Lea
1Siguió luego Jacob su camino, y fue a la tierra de los orientales. 2Y miró, y vio un pozo en el campo; y he aquí tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él, porque de aquel pozo abrevaban los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo. 3Y juntaban allí todos los rebaños; y revolvían la piedra de la boca del pozo, y abrevaban las ovejas, y volvían la piedra sobre la boca del pozo a su lugar. 4Y les dijo Jacob: Hermanos míos, ¿de dónde sois? Y ellos respondieron: De Harán somos. 5El les dijo: ¿Conocéis a Labán hijo de Nacor? Y ellos dijeron: Sí, le conocemos. 6Y él les dijo: ¿Está bien? Y ellos dijeron: Bien, y he aquí Raquel su hija viene con las ovejas. 7Y él dijo: He aquí es aún muy de día; no es tiempo todavía de recoger el ganado; abrevad las ovejas, e id a apacentarlas. 8Y ellos respondieron: No podemos, hasta que se junten todos los rebaños, y remuevan la piedra de la boca del pozo, para que abrevemos las ovejas.

9Mientras él aún hablaba con ellos, Raquel vino con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora. 10Y sucedió que cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán hermano de su madre, y las ovejas de Labán el hermano de su madre, se acercó Jacob y removió la piedra de la boca del pozo, y abrevó el rebaño de Labán hermano de su madre. 11Y Jacob besó a Raquel, y alzó su voz y lloró. 12Y Jacob dijo a Raquel que él era hermano de su padre, y que era hijo de Rebeca; y ella corrió, y dio las nuevas a su padre. 13Así que oyó Labán las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó, lo besó, y lo trajo a su casa; y él contó a Labán todas estas cosas. 14Y Labán le dijo: Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él durante un mes.

15Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me servirás de balde? Dime cuál será tu salario. 16Y Labán tenía dos hijas: el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel. 17Y los ojos de Lea eran delicados, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer. 18Y Jacob amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor. 19Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; quédate conmigo. 20Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.

21Entonces dijo Jacob a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para unirme a ella. 22Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete. 23Y sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él se llegó a ella. 24Y dio Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por criada. 25Venida la mañana, he aquí que era Lea; y Jacob dijo a Labán: ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado? 26Y Labán respondió: No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor. 27Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete años. 28E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquélla; y él le dio a Raquel su hija por mujer. 29Y dio Labán a Raquel su hija su sierva Bilha por criada. 30Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.

Los hijos de Jacob
31Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril. 32Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Ha mirado Jehová mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido. 33Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón. 34Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre Leví. 35Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz.

La confesión de Pedro
13Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? 14Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. 15El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. 19Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. 20Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
Jesús anuncia su muerte
21Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. 23Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
24Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 25Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. 26Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? 27Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. 28De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.

6 Yo te he invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios;
Inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.
 7 Muestra tus maravillosas misericordias, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra,
De los que se levantan contra ellos.
 8 Guárdame como a la niña de tus ojos;
Escóndeme bajo la sombra de tus alas,
 9 De la vista de los malos que me oprimen,
De mis enemigos que buscan mi vida.

7 Ahora pues, hijos, oídme,
Y no os apartéis de las razones de mi boca.
 8 Aleja de ella tu camino,
Y no te acerques a la puerta de su casa;
 9 Para que no des a los extraños tu honor,
Y tus años al cruel;
 10 No sea que extraños se sacien de tu fuerza,
Y tus trabajos estén en casa del extraño;
 11 Y gimas al final,
Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo,
 12 Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo,
Y mi corazón menospreció la reprensión;
 13 No oí la voz de los que me instruían,
Y a los que me enseñaban no incliné mi oído!
 14 Casi en todo mal he estado,
En medio de la sociedad y de la congregación.